“No puedo soportar estar en la casa todo el tiempo. Siento que estoy en la cárcel. ¿Que puedo hacer?»

Paciente de Wuhan, 2020

 El COVID-19 no sólo se ha instaurado de forma prolongada en la tierra, también ha provocado reacciones defensivas inconscientes, como la limpieza obsesiva, comportamiento contrafóbico (en lugar de huir de la ansiedad activamente se busca lo que origina el miedo, con la esperanza de superar la ansiedad original​), humor (memes, tiktok, twitter, etc) y negación (de la realidad, de lo revelado y de la muerte). La cuarentena doméstica impuesta a nivel mundial ha causado conflictos en el hogar, en el trabajo, en las relaciones de pareja, en las relaciones con los hijos y repeticiones neuróticas (ansiedad y depresión), de problemas no resueltos. Algunas enfermedades psiquiátricas se han exacerbado. Trabajadores de la salud, psicólogos y psicoanalistas, han experimentado un agotamiento emocional como consecuencia de los desbordantes casos masivos.

En familias con casos de infección o muerte por COVID, se han observado diferencias considerables como retrasos en el duelo y fenómenos postraumáticos. No todas las situaciones han tenido una intervención para entender lo que sucede. No todas las situaciones adolecen una sola pérdida, pues se suman las pérdidas individuales (rupturas amorosas, desempleo, adicciones, etc).

El miedo a enfermarse ha modificado completamente la relación con la realidad, pues ahora se vive con una preocupación persistente que suma un estrés a la cotidianidad. El estrés de vivir en una casa donde sólo dormías, el estrés de «acomodarte» un lugar para trabajar, el estrés de convivir con otros que antes significaban el duelo de la despedida diaria (hijos, pareja, familia).

Es evidente (y no), la desorganización emocional en el hogar que interfiere con el desarrollo de las personas, pues se pasa de una sensación de bienestar y seguridad a contextos donde incrementa la violencia en confinamiento, niños viviendo en entornos caóticos, adultos paralizados por el miedo o con agotamiento emocional por la sobre exposición a noticias. Agotamiento mental por la sobrecarga de trabajo doméstico y el trabajo en sí mismo.

Un síntoma común que ha surgido es la limpieza compulsiva, utilizada como defensa para aliviar el temor de que el virus esté infectando varios artículos en la casa. La limpieza siempre ha sido una necesidad real, sólo que ahora es el miedo lo que empuja a una práctica regular. Incluso se castiga o señala a quien no lo haga. Las compras nunca se han distinguido por ser conscientes, pero ahora el pánico es lo que ha vendido más.

Pero hay un pequeño círculo de personas que parecen no tener lugar en las realidades de la afectación. Este grupo de personas se distinguen por ser los otros, los que sufren otro tipo de agotamiento. Los médicos están siendo estirados hasta el límite y sin las condiciones básicas. Se les ve como héroes sin familia y sin preocupaciones. Los psicólogos y psicoanalistas comienzan a ver rebasada la agenda debido a las ansias de verbalización y/o el deseo por parte de los consultantes a ser escuchados o la búsqueda de una comprensión emocional por parte de las personas.

Las personas que han experimentado la pérdida de un familiar a causa del virus, han presentado una depresión reactiva, pues no sólo suprimen el dolor, también lo estiran por días o incluso kilómetros de distancia, lo hacen esperar al momento que puedan compartirlo, devolverlo o expresarlo en el entorno familiar y no por videollamadas. Para muchos la función integradora y la relación con la realidad han quedado desplazadas.

En resumen, la pandemia parece haber producido o descubierto varios tipos de estrés. Las reacciones de algunas personas con su peso se ven representadas en anorexia o compulsión a la comida o al ejercicio. En otras ha estimulado la neurosis, incluso trastornos previamente resueltos. La vida en pareja ha resultado en conflicto. Los momentos de intimidad a través de la pantalla nos han revelado una separación que sólo puede amplificar lo que ya es ausente.

Las fallas de nuestra sociedad están expuestas, ahora no sólo se piensa en el conflicto, se vive con él. Hay fallas en nosotros mismos, las redes sociales donde la palabra escrita dejaba entre ver los pen(s)amientos en caracteres limitados, ahora hace soportable lo indescriptible.

Gran parte del tiempo vivimos desvinculados de lo precaria que es la vida. La pandemia nos ha obligado a ver la vulnerabilidad, incluso si somos más o menos vulnerables que otros. Nos ha mostrado lo frágil que es el sistema de salud, lo ambiguo de la política y lo difícil de digerir.

La pandemia-nosotros. Nos-otros… revelados, expuestos, vulnerables.

«El psicoanálisis trafica con ficciones, las ficciones que contamos sobre nosotros mismos y el mundo que nos rodea, a saber, lo que no podemos soportar saber. La pandemia ha abierto estas ficciones: que tenemos el mejor sistema médico del mundo, que un virus ataca a todos por igual, que los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades nos salvarán y que todos tienen la oportunidad de elevar su lugar en la sociedad a través del trabajo duro»

Benjamin Williams, Junio 2020

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2 comentarios

  1. La mejor relación que podemos establecer con los demás es la que cimentamos al amarnos a nosotros mismos.

    ¡Saludos!

    1. Así es!
      La relación más importante es con nosotros, y es revelada en la interacción con los demás.
      Por ello la importancia de cuestionarnos y construirnos todos los días.

      Gracias por leernos.
      Un abrazo

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